La ardilla asoma su furor
en el agujero del castaño,
el azabache de sus ojos tiembla
sobre el mermado territorio
que un rival ha invadido,
la quietud y el silencio se comprimen
a punto de incendiar el bosque,
cuchillas invisibles
hacen trizas el aire entre las ramas,
logrado el objetivo
la ira se destiñe
y el bosque vuelve a palpitar.
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