Esto es lo que queda,
cubrirse la cabeza y esperar
bajo el cielo de plomo,
dejar que la pelusa de los chopos
se mezcle con el aire,
no respirar de esa blancura,
sólo esperar con la cabeza
cubierta bajo el plomo
ligero de las nubes, retirarse
hasta el fondo donde los colores
del arco iris nacen de la hierba,
alzar la vista y esperar, seguir mirando.
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