Por aquí corrieron nuestros años desnudos,
por el dibujo de estos minifundios
fue creciendo salvaje y parcelada la alegría
y se nos dieron a beber los zumos
semanales del aire y de la escuela,
ese mismo aire que regresa ahora
a sacudir las hojas tiernas
con que la edad madura se ensimisma,
-por sus frutos habrán de conocerse-,
arriba en el desván
aún siguen perfumando la penumbra
esas manzanas ilustradas
que nos negara el paraíso.
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