Penélope descansa,
no ha sido visitada por el sueño
sino por la terquedad de tábano
de un presentimiento,
también su telar calla, madera y lana
hacen más llevadera la nostalgia
de tanto repetirla cada noche,
entre costumbre y sino balancea
sus pies desde la hamaca como cree
que ulises es mecido por las olas
de ese mar tan lejano de la guerra,
cada mañana encontrará en la playa
indicios de naufragio pero nunca
señales de una clara identidad.
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