jueves, 2 de septiembre de 2021

Apolo contra marsias, (último cuarto)

 

Por la tarde 

nos encaminábamos al lado norte

de la colina, tumbados en el suelo

nuestras cabezas asomaban al abismo,

no pretendas decidir, es el destino quien decide,


qué azul puede llegar a ser la paz 

cuando viene de lejos y subiendo,

todos conocíamos la letra

tarareada en la escuela, pero nadie 

sabía traducir y dar color al acertijo

que nos llegaba desde abajo

con un vaho de desolladero

que casi nos hacía vomitar,

pero la tensión del mito

conseguía imponerse hasta que la nausea

se aquietaba con la promesa

de los arándanos azules 

que premiarían nuestro esfuerzo

antes de volver a casa,

este no es el camino, probad, 

probad con la misericordia a ver qué pasa,


(tampoco aquí esperaba sufrimiento

ni derrota o muerte, tras la llegada del silencio),


pero tras el tiempo muerto, unos segundo de suspense

y nada de apolo, nada de misericordia o toque

de gloria como cuando muere un niño

por nadie sabe qué, la piel enjuta

cuelga ahora de las ramas

con su olor a orín, con dolor, sin música

y su semejanza a los despojos que los lobos

abandonan en la hierba tras teñirse 

de sangre y de silencio, sin balidos

ni ladridos de perro,

ni siquiera el cuerno del pastor

dando color al episodio o un jurado neutral

para guardar las apariencias,

sólo esa bruma gris y ese olor punzante

a página interior de florilegio,

eso, eso es 

lo que tendréis que traducir del griego,

no lo que todos conocemos.

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