Alzo el dedo y afirmo mi presencia,
cualquier palabra puede demostrar que estoy aquí
debajo de protectoras vestimentas,
amparado en la turbiedad de este amniótico envoltorio
que va gestándome,
cualquier asentimiento
es como el cabeceo de las flores
ante el saludo de la brisa,
luego quizás no tenga una palabra que decir
y regrese al útero benigno del silencio,
no estaré convencido
pero podré apostar por el futuro.
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