Este es
el lado más difícil, este lado
sin apenas memoria que no recuerda
los límites a los que debe someterse,
lo joven aún no ve
el lado yermo y sin medida
que parece lo viejo, aunque si se dobla
sobre sí mismo casi siempre
coincide en extensión, salvo las mermas
que la erosión del roce va mordiendo
en los laterales del recuerdo,
pero se observará
que lo mucho es poco si a la puerta llama
la casualidad, con su disfraz de invierno,
en ese caso no procede
sucederse a sí mismo como cuando
la juventud echaba cuentas.
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