Quisiera renunciar a la memoria
para no sufrir,
me dije: queda tiempo,
pero no sé qué hacer con él,
si cultivar semillas vivas
hundiendo su esperanza en las entrañas
oscuras de la tierra
y esperar a ver qué pasa,
si centrarme
en la contemplación furtiva de la luz
imitando a los pájaros nocturnos
que intentan conocer a sus contrarios,
o dedicar el resto
al forjado del alma que se dobla
como caña agitada por el viento.
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