La no alegría es lo que guarda en la nevera
esta fotografía,
se nos ordenó que sonriéramos
ante la amenaza del disparador,
decir patata ya no sirve
para pixelar un gozo que ha entrado en reserva,
somos una proteína que desvela
con su mímica torpe el núcleo duro
de la ferocidad dental, del esqueleto
insobornable a los vaivenes de la carne,
y de él es la sonrisa que perdura
cuando nadie se acuerda de nosotros.
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