Estoy mirando un mapa con color de océano,
imita de algún modo el borrón de un cocodrilo,
desde escandinavia llega su palabra de báltico oleaje,
dime
lo que tu enorme boca abierta
quiso decir y pronunció en silencio,
pero dímelo con signos, con colores más cálidos,
yo te prometo recibirlos con calor de césped,
los entenderé a empujones de la necesidad,
como cuando llega el hambre
y aparecen bayas que antes eran invisibles,
los acogeré como a los peregrinos
que no es necesario traducir aunque procedan
de latitudes no frecuentes.
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