sábado, 5 de febrero de 2022

Viajar en ave

 


Después de mucho tiempo

he vuelto a elegir el tren para viajar,

la soledad a veces nos empuja a devorar distancias

con el solo fin de hallar la piel de algún espejo

donde contemplar a un semejante,

has de acercarte a la estación que te recibe

con el hirsutismo torvo de un devorador de identidad, 

accedes al vagón, buscas la letra y el número de asiento

y te abandonas a esperar el hormigueo del movimiento, 

ese mareo que producen los objetos exteriores

al resbalar ante nosotros 

y socavar el mundo tan estable de la costumbre,

cualquier sonido es percibido

como una intromisión y los minutos

gotean con la pausa insoportable de la velocidad entre cadenas,

no hay tic tac ni aviso ni ruptura,

y cuando quieres darte cuenta ya están volando los paisajes

con la serena ingravidez del águila

que mezcla el pardo y el azul

con transparencias de acuarela.


Después la furia romperá el embrujo

y acabarás llegando a cualquier parte.

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