La última carta encontrada en el buzón
hablaba de la nieve, aunque ya era verano
y la sensación de eternidad se mantenía entre las ramas
brillantes de los árboles,
amo la luz espesa de las mañanas vegetales,
el olor a yemas satisfechas
que han madurado como pájaro cantor o en forma de cereza,
amo el hilo roto de la conversación
que la cuartilla escrita deja al viento como un sedal ocioso,
más que a pescar aspira a alimentar la fantasía de los peces,
el hilo relataba
algo sobre el arrebato horizontal del color verde,
anunciaba el regalo
del jersey que usó Gauguin para pintar el Mata Mua
con manchones de fuego sobre el punto,
la carta iba sin sello,
quien la escribió debió dejarla personalmente en el buzón
pensando en otros tiempos.
(No me diréis que no es un buen motivo para estar contento).
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