Por el lado del monte,
entre las ramas desnudas del cerezo
la ventana abierta deja entrar
el bisbiseo de la brisa,
aún mantiene el frío su poder
y hace sonar a rezo el cabeceo de las flores,
no hay cortinas que filtren esa luz
pero desde fuera es imposible
distinguir efusiones o matices
que conviertan en voz cualquier sonido
relacionado con la soledad,
uno habla solo cuando quiere
conocer de antemano las respuestas,
secar el aire para que se quede
en puro poso y nos desvele
algún misterio de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario