lunes, 14 de noviembre de 2022

Primeros pasos en la arena

 



                                      (Evanäscente)


Hicimos juntos un largo trecho del camino

cuando todavía los pies no habían vencido la pujanza

                                                        del jardín y la vereda

se resistía a mantener el rastro de nuestras incursiones

en lo frontero con la prohibición,

casi llegamos a amoldarnos al lugar común, 

el espacio de presencias 

acogidas a nombre impersonal,

y aunque la horma no llegó a eliminar las diferencias

logró embotar muchas aristas necesarias

para que cada voz individual diera salida 

al color rojizo de la ira o al azulado de la calma,

antes, en el jardín, se masticaba el pasto blando

de la mansedumbre,

en cambio aquí la arena te chirría entre los dientes 

hasta hacerte enloquecer, no hay pulpa de manzana

ni arroyos de leche y miel, ni amaneceres de lascivia 

capaces de aliviar esta dentera,


qué lástima de tiempo

desperdiciado en la obediencia a un mal capricho,

aunque poco a poco el naciente collar de la conciencia

se fue imponiendo a la grosera argolla de la sumisión,

buscamos el azufre del volcán, la tierra desolada

donde sonaba sin cesar le eco 

de una risa insolente que lograba confundir a dios

y terminamos apostados en las dunas

para observar el rictus de furor goteando como lágrima

del ojo triangular, 

era la lava de un orgasmo lento que nosotros

nunca logramos alcanzar sin ese toque 

de aguijón de todo lo que suena a culpa.



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