domingo, 6 de noviembre de 2022

Un poco más y habrás entrado en ese territorio de la mística en el que llorar es como contemplar el agua del arroyo despeñándose monte abajo sin un un ruido como si siguieras una película sin audio, sólo con los ojos

 


Sé que está en algún sitio

usando el disimulo igual que el musgo

sobre los troncos de las hayas,

yo llevo mis sabuesos en carne viva

para que no confundan el olor del celo 

con el ansia o el dolor,

de niebla a sol, de escalofrío a sofoquina,

subiendo siempre, bajando o dibujando

cansancios a la sombra lenta del sestil,

la tengo aquí, en el entrecejo,

convertida en un pálido horizonte,

sin desvestir, desnuda, con la trama gruesa

del más servicial papel de fotografía, 

llegando casi a hacer contactos

de los espejismos provocados por la prisa,

como resultado de un invento de la imaginación

que ve las cosas sin pensarlas,

antes de que sonara el despertador yo me dejaba

arrullar en ese mar de gelatina

de un futuro con ella, dúctil, transformada

y tan mimética con todo

que me hacía sentir celos hasta del aire compartido,

ahora sé que ya no es de fiar

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