jueves, 10 de noviembre de 2022

Una gamuza para aclarar los vidrios visionarios de Walter Benjamin

 


No estuvo bien          

consentir que todo el peso de un siglo en construcción

descansase sobre un solo pilar, 

los hombros asustados del arúspice

al que el fracaso señaló como un buen nido

donde incubar los huevos negros de la melancolía,

ni es bueno ahora limitarse a oír la radio, 

recorrer las huellas

que marcan los anuncios, coser botones

en los faldones de la brisa

o auspiciar un futuro a través del televisor,

se podría aceptar mirar los ojos 

del que mira sin lágrimas pero con dolor 

la fiesta de la vanidad y hacerle

un gesto cómplice a quien se aleja

como Casandra del malestar clarividente

y estaría muy bien prestar más atención

al que nació profeta

y murió como tal en el exilio.


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