sábado, 5 de noviembre de 2022

Se habló mucho en el pueblo de un lugar donde las setas crecían de manera extraña, las de cúpula roja son la parte reservada al diablo, esas ni siquiera las mires al pasar

 


El mensaje encriptado

iba en cuneiforme abstracto

sobre una lasca de pizarra,

una manera divertida

de despistar al profesor de salacot y gafas negras,

tuve tiempo, tuve fórmula, y ahora

tengo la ceniza súbita de un alma

que se fundió al unirse

con una llama dibujada en la pared,

el sobre que llegó días más tarde

guardaba un papel blanco, 

no tenía remite, sólo un sello

de lacre oscurecido y un código numérico

que nadie supo interpretar,

-el diablo se graduó en ciencias y letras

pero siempre evitó con elegancia

alardear de sus títulos-.

Con el veneno sucedió lo mismo

que con el código numérico, 

la muerte se alojó en las casas altas

pero respetó las bajas y las cuadras.

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