Sería necesario creer en esas olas
que se levantan como un muro
ante la ingenuidad de nuestros ojos,
ellas no aportan claridad a la visión del mar,
no lavan el aire saturado de yodo y sal,
se entretienen fabricando espuma
como la luz temprana fabrica asombros y preguntas
que nadie habrá se responder,
siguen las conchas
acumulando muertes en la arena
y poco más allá, entre los juncos,
un perro muerto se asegura la inmortalidad
hundiendo su cansancio en un sarcófago
de salmuera y caloca.
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