Nunca amé a las hormigas,
por su ambición no lúdica,
he pisado sin mirar y se supone
que habré aplastado muchas
sin que el hecho me causara
una especial preocupación,
ahora pienso en ellas
cuando me compro botas nuevas,
su vida acaso valga tanto
como la del pájaro que admiro
por su plumaje o calidad de voz,
no es que mi corazón se haya ablandado,
es que la vida
ha empezado a señalarme límites.
No hay comentarios:
Publicar un comentario