Flota
la religiosa aureola del otoño soñando vinos,
oro la vid, aroma el humo que florea
sobre el color tostado de la chimenea,
vamos al templo natural, gocemos
con los dioses inermes que se asoman
a los pucheros de la cocina antigua,
setas, venenos, aquelarres
para que llegue hasta nosotros
el misterio crujiente de las hojas
anunciando pisadas fantasmales
cuando en realidad es sólo
un miedo intermitente
al inverno que llega,
(alguien pronunciará la frase
que hará cambiar la decoración).
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