Quiere el árbol pronunciar despacio
ese mantra absoluto del fru fru,
y aunque a veces su voz
no llegue a ser reconocible
entre murmullo y crispación, sabemos
lo que dice, el árbol habla siempre
a favor del aire y su mensaje no es igual
que el de las hojas, que van y vienen
con esa mueca elástica del ceremonial muy repetido,
el árbol nos recuerda la tristeza
de la libertad enraizada
cuando con quietud de centinela
forma empalizada a ambos lados del río,
tu libertad es mi prisión, le dice al agua,
y eres tú la que te quejas de ser mi prisionera.
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