Queda mucho tiempo para que regrese el aire
con ese olor ficticio a libertad y astucia palaciega,
los vientos iniciales sólo sirven
para poner un nombre a tanta espera,
nuestras preguntas se refieren a si querrá volver,
a cómo y cuándo, con la guerra enrollada bajo el brazo
como un mapa vacío, sin un designio que le empuje
y le conduzca hasta nosotros por las coordenadas del recuerdo,
y eso sin hablar de los peligros
que toman nombre de arrecife para disimular sus intenciones,
o de las rocas aupadas en una costa con olor a pocilga
frente al muro del palacio de circe,
y la atracción que ejerce el rostro gris de las adivinanzas,
todas asomadas a la cueva -sin ojo ya- de polifemo,
y qué decir de los aullidos vespertinos del perro
con su vejez desnuda queriendo interpretar
lo que las olas ponen de sonido al paisaje,
ítaca, entretanto, palpita un día más
con el barullo de los pretendientes
justo antes de la hora de la cena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario