Primero abrir un libro,
cualquier página sirve para encontrar la piedra
que te haga tropezar, un duro corazón
de cuarzo no visible,
una vez en el suelo ver el mundo
con el dolor de los caídos, recrearse
en las menudas obviedades
que se miran sin ver desde la altura,
elige esa palabra que ha quedado
frente a ti, te servirá para alejarte
del Mozart tibio mientras suena
una blasfemia de Ezra Pound entre oraciones
de contrición y aromas
de incienso y marihuana.
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