Eres bueno
tocando ese instrumento de aire,
el cañaveral recuerda al cielo
su propio idioma ya olvidado,
ten esto presente: cuando estábamos
en el paraíso sólo se escuchaban
pájaros y arroyos, y el singular ronquido
de las siestas de dios
tras las jornadas de reforma
de una creación inacabada,
dame el gusto, Sam,
vuelve a tocarla, podríamos
tomarnos una copa frente al mar
mientras haces hablar a las estrellas
hurgando con tu caña de agujeros
en su corazón de fuego.
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