A proyecta su sombra en la pared,
el alma negra de su inocencia maliciosa,
B es una llama que combate esa sombra con su luz,
las dos son ráfagas de tiza, grafiti de muy corta duración
que colonizan tapias y murallas en los arrabales de la historia,
y sin embargo duran, las semillas
de su tenacidad se reproducen como flores
de una estación perpetua que no atiende
al canon rotativo de la primavera,
obtienen su alimento de la reserva de Perséfone,
ese nivel freático intermedio entre la trasparencia
del agua subterránea y el rojo sangre de las amapolas.
Zona B:
Paraos a pensar, vecinos de Palestina e Israel, pensemos todos juntos: ¿quién escribirá la historia de ese enfrentamiento?, ¿servirá de algo el escribirla?, ¿habrá un final pacífico que nos permita compartir el sol y el aire? Si no fuera así ¿para qué sirve la guerra y quién saca de ella beneficio?
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