Este es el signo agreste del tenorio
desempolvado aquí sobre las tablas
ingratas del teatro, duele
el zapateado involuntario de unos sueños
disfrazados de actor que no dejan oír las iras quietas
de quienes han sido agraviados por el instinto ciego,
en los tejados de la vecindad se escucha
el maullido en celo de los gatos, un entremés
que todavía se tolera sin rechistar
como si fuera un débito arraigado en la costumbre,
alguien que tose
desde el fondo del patio de butacas viene al rescate,
se inclina reverente y suplica perdón al respetable,
cualquier cosa
se hace valer como argumento
para equilibrar una función que se contempla
con asombro a sí misma,
pero nadie al terminar se ha dado cuenta
de que no ha habido aplausos
y que el telón aún sigue levantado.
Zona B:
Volad, palomas, con la rama de olivo como escudo, no os protegerá contra el furor del asesino, pero vuestras plumas enlodadas de sangre servirán al juez para dictar una sentencia tan tardía que ya de nada servirá, salvo para enturbiar aún más nuestra memoria.
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