Hoy sábado, tres de febrero
he vuelto a madrugar, la atmósfera
parece sustentarse en los hilos pegajosos
de una tela de araña, un diseño atrabiliario
de Bacon el misántropo que debe usar el filtro
de la oscuridad para mirarse en el espejo,
él muestra el horizonte dividido en cuartos
por paneles de metacrilato conceptual,
el sueño me domina aún como si los ojos fueran
cuajarones de pintura aplicados con los dedos,
todo está apagado y en silencio pero cuando suba el sol
alguna mano dará con ese interruptor antiguo,
lo oprimirá y hará que un cono de luz apática se encienda
y quede suspendida
con la ingravidez ahogada de un móvil de Calder.
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