sábado, 3 de febrero de 2024

Usé para llegar estas alitas cortas dibujadas con ceras de color sobre la piel, siguiendo mi conciencia de polilla me acerqué a la lámpara, nadie me advirtió de que en verano se ha de usar filtro solar para alcanzar el cielo ni que la cera se derrite al aproximarse a caldas sulfurosas; mi amigo el diablo estuvo al quite, se vistió de murciélago y cubrió de plumas el duro pavimento de la fábula

 




Hoy sábado, tres de febrero

he vuelto a madrugar, la atmósfera

parece sustentarse en los hilos pegajosos

de una tela de araña, un diseño atrabiliario

de Bacon el misántropo que debe usar el filtro

de la oscuridad para mirarse en el espejo,

él muestra el horizonte dividido en cuartos 

por paneles de metacrilato conceptual,

el sueño me domina aún como si los ojos fueran

cuajarones de pintura aplicados con los dedos,

todo está apagado y en silencio pero cuando suba el sol

alguna mano dará con ese interruptor antiguo, 

lo oprimirá y hará que un cono de luz apática se encienda

y quede suspendida

con la ingravidez ahogada de un móvil de Calder.

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