viernes, 9 de febrero de 2024

Él siempre vuelve, su carcasa, su espesor, nunca regresará la savia de su primitiva luz, se cree que aún le vela una llamita de luciérnaga, el verdor de una clorofila sin objeto, su ideología agusanada, los quebrantos de un altar de estuco que siempre quiso parecerse al mármol pero no tenía venas de color ni sangre verdadera para que la gente lo tomara por un semejante; él, Ezra Pound, el apreciado botarate

 




Él se definió como un nativo

sin lugar de origen conocido,

en la Toscana descubrió el cadáver de la luz 

y lo veló como si fuera el de su propia madre,

su lengua estuvo en alquiler durante lustros,

traducida a tramos de silencio y vertida a moldes

de ceniza y arena, como el mortero 

de los frescos de un renacimiento marginal,

guardó prodigios naturales en cántaras de barro

y cuando el tiempo las desbarató

las almas prodigiosas regresaron con naturalidad

al seno de la tierra donde acabaron convirtiéndose 

en rabiosa arqueología aún por descubrir, 

bebió venenos, comulgó con fuegos y recibió en herencia

la espléndida halitosis de la contradicción, 

la gran blasfemia de sus cantos 

sacados del infierno teatral de Dante, 

y aunque dura, se irá muriendo poco a poco

de exquisito aburrimiento, 

el mismo que susurra a los suicidas.



Zona B:

ISRAELÍES: dejad sin voz a ese corrupto sanguinario que os gobierna  y volved la mirada hacia el dolor de un pueblo que ha heredado el sufrimiento que antes estuvo entre vosotros.


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