Él se definió como un nativo
sin lugar de origen conocido,
en la Toscana descubrió el cadáver de la luz
y lo veló como si fuera el de su propia madre,
su lengua estuvo en alquiler durante lustros,
traducida a tramos de silencio y vertida a moldes
de ceniza y arena, como el mortero
de los frescos de un renacimiento marginal,
guardó prodigios naturales en cántaras de barro
y cuando el tiempo las desbarató
las almas prodigiosas regresaron con naturalidad
al seno de la tierra donde acabaron convirtiéndose
en rabiosa arqueología aún por descubrir,
bebió venenos, comulgó con fuegos y recibió en herencia
la espléndida halitosis de la contradicción,
la gran blasfemia de sus cantos
sacados del infierno teatral de Dante,
y aunque dura, se irá muriendo poco a poco
de exquisito aburrimiento,
el mismo que susurra a los suicidas.
Zona B:
ISRAELÍES: dejad sin voz a ese corrupto sanguinario que os gobierna y volved la mirada hacia el dolor de un pueblo que ha heredado el sufrimiento que antes estuvo entre vosotros.
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