miércoles, 28 de febrero de 2024

El libro de recetas lo firmaba un sabio profanador de tumbas prehistóricas; aconsejaba seguir las trochas frecuentadas por los neandertales y los sapiens cuando salían a recolectar; te permitía incluso completar los ingredientes para un guiso antecesor y luego hacer la sobremesa tallando sílex y eructando en aquel idioma insuperable de gestos y miradas

 



Hasta aquí ha llegado,

aún se puede ver la marca de barro y desencanto

que la inundación dejó, las cifras, los diagramas

y las opiniones enfundadas en terciopelo lo atestiguan,

pero la guerra no termina, sigue ardiendo

con su calor de hielo, nos envuelve 

en una nube de apática anestesia

para que aceptemos la derrota con resignada educación,

el gris está de moda, y el azul ha disfrazado

con elegante frac al saurio verde del dinero,

se permite la armoniosa excepción de una maceta

de flores rojas asomada al alféizar

para que los locos y los enamorados del dolor

puedan seguir soltando serenatas

a no se sabe quién.



Zona B:

¿Quién va a decirle ahora al lacayo venido a más que respete las normas, que acerque el estribo a su señor cuando se baje del caballo y quiera caminar civilizadamente por un mundo que ha dejado reducido a escombros?


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