Hasta aquí ha llegado,
aún se puede ver la marca de barro y desencanto
que la inundación dejó, las cifras, los diagramas
y las opiniones enfundadas en terciopelo lo atestiguan,
pero la guerra no termina, sigue ardiendo
con su calor de hielo, nos envuelve
en una nube de apática anestesia
para que aceptemos la derrota con resignada educación,
el gris está de moda, y el azul ha disfrazado
con elegante frac al saurio verde del dinero,
se permite la armoniosa excepción de una maceta
de flores rojas asomada al alféizar
para que los locos y los enamorados del dolor
puedan seguir soltando serenatas
a no se sabe quién.
Zona B:
¿Quién va a decirle ahora al lacayo venido a más que respete las normas, que acerque el estribo a su señor cuando se baje del caballo y quiera caminar civilizadamente por un mundo que ha dejado reducido a escombros?
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