domingo, 25 de febrero de 2024

Vive en el borde de la marisma, cada mañana deja su cabaña y avanza sobre el muro de contención para tomar un baño; brazos en cruz, flexiones, algún gesto de coquetería sobre el agua quieta, la gaviotas asisten en silencio al ejercicio, luego el chapuzón y un rostro con el rictus de la infancia que ya apenas recuerda y el mismo ruido de la nana que las olas repiten como si el tiempo no existiera





Conozco un ser que cada día

sube la escalera de caracol para dar cuerda al reloj de las estrellas,

pero no es feliz,

camina por la soledad de un bosque donde el olor de las esporas llena el aire,

disfruta con el libro circular de las arañas que lee en dirección opuesta 

                                                                                       al progreso del sol,

y no es feliz,

escucha el regocijo de los pájaros como el primer anuncio del amanecer

y despierta con el odre del sueño ya vacío,

conoce las entrañas de bronce del latín, la cerámica roja de los griegos

y el sabor resinoso de su vino,

saluda a Horacio y acompaña a Homero como un agradecido lazarillo 

y sin embargo no es feliz.



Zona B:

Que paren de una vez, no son humanos esos soldados articulados con engranajes de robot, si caen heridos sólo sangran el óxido podrido de su odio; además su risa es el ladrido que la inteligencia artificial creó para las hienas.

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