Una mirada intemporal,
el reloj inactivo,
el sufrimiento del sol en la vidriera desplomada,
que tome nota el constructor y preste apoyo
a las columnas huérfanas, que se remedie
la asfixia en la garganta de la fe
ocupada por dogmas demasiado grandes,
quién mató ese amor que no hace ruido
y qué oración les quedará a los rezadores sino el llanto
del agua que resbala por la piedra, salmos tristes
para transformar en alimento
un eucarístico espeto de sardinas,
y que no falte un trocito bíblico de pan
que bien multiplicado dará para calmar a multitudes
hartas de credos y bienaventuranzas.
Zona B:
Israelíes: Contad los muertos de cada día, ponedles lápida y habréis convertido en pedregal ese desierto rojo donde la sangre corre como un Jordán de furia.
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