Sencillamente muerto
o hecho de fragmentos aburridos de vivir,
las epopeyas hablan de pináculos,
que se elevan al aire para desvelarnos
el origen del miedo, siempre
que un pueblo se decide a emprender camino
suena arriba una voz o un cuerno de registro barítono
subido al pedestal de un súbito poder,
anuncia que el dios nace y a su pueblo
le florecen las ganas de reír, aunque por dentro llore,
los profetas son eso, voceadores que invocan
los lodos del futuro, nunca se fían de los dioses
y suelen proclamar en el desierto
el proceso de su iluminación para que luego
la exégesis no altere la dirección de sus anuncios,
ellos saben de oídas cómo nacen los dioses,
pero quieren verlos crecer, ser preceptores
de su quebrada voz adolescente.
Zona B:
Palestinos: si Putin os convoca en son de paz, salid corriendo en dirección al mar; mejor eso que un destino de humillación y servidumbre. Ya tenéis verdugo suficiente en Israel.
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