Apenas ese vaho del olvido,
unas gotas de aerosol en el cristal de la memoria
cuando el poderoso barco revestido de frac y oro discreto
dejó escapar su bramido de cetáceo
y un chirriar de cadenas dejó el ancla arrizada,
los abanicos se alejaron aleteando con un flap flap de terciopelo
y el cielo se rasgó las vestiduras
para dejar al sol un hueco por el que mirar,
ni las gaviotas quisieron despedirse,
todo se quedó con el desorden apacible del alzhéimer
mirando desde el puerto cómo las olas acosaban
con suaves lengüeteos el lado de babor donde se dice
suele alojarse el corazón.
Zona B:
Al final Israel ha decidido proclamarlo en alto: la tierra es nuestra, el aire, el agua y hasta los huesos que reposan bajo siglos de olvido, nos quedamos con todo, pero os dejaremos trabajar para nosotros, con derecho a pan y sal.
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