domingo, 28 de julio de 2024

Al atardecer regresaban las cabras y él las encerraba en el corral, les decía los nombres uno a uno y observaba en sus ojos la línea del paréntesis que indicaba el nivel para el ordeño, como en las gasolineras, pero sin necesidad de números; luego quitaba de la espuma algunos pelos y ponía la leche en el cuajar, donde podía oírse por la noche la canción monótona de la cuenta atrás

 




Se reserva a la o seguida de una hache

el privilegio de ofrecer sorpresa sin anunciarla previamente,

hay idiomas que la usan sin inflar como un neumático pinchado,

haciéndote sufrir la sensación de que ocupas un cojín 

amoldado a posaderas más recias que las tuyas,

escarban con las patas en la nieve igual que el caribú o el reno 

y, oh, allí aparece necesariamente el milagro del pan multiplicado, 

los líquenes austeros de una pobreza coloquial

que apenas sirven -se supone- para aplacar el hambre,

y a veces, con la intención de remediarlo,

recurren a la torpe moraleja

que pretende enseñarte a deducir mirando lo inmediato 

a través de un largo tubo de epítetos e incisos

cercados por inútiles paréntesis.



Zona B:

USA e ISARAEL ya se han acostumbrado, se podría decir que incluso se hallan cómodos en la guerra. Al fin y al cabo es un negocio: unos venden armas y otros roban territorio, todos salen ganando. Lo de las muertes es un incordio, sí, pero como dijo una sabia presidenta "se iban a morir de todas formas". 


No hay comentarios:

Publicar un comentario