una noche de septiembre en los 60, suena Satisfaction
Gotea aún
la música brutal de aquellos cantos rodados
extraídos del cauce medio seco del Leteo,
un aprendiz de monje con el alma pelada al cero
salvo el aro de pretendida santidad de la tonsura
se dejaba caer como la hoja de un otoño culpable
sobre la penitencial tabla de pino
para soñar con el pecado original
que de forma espontánea aunque invisible
crecía en el erial del paraíso,
sobre la mesa queda boqueando de sorpresa el universal liber usualis
con sus alambres gregorianos salpicados de oscuras golondrinas,
la música desborda el arrabal y reverbera con su disfraz de camuflaje
bajo el tendal de las bombillas de las fiestas del barrio
y libera a los perros que pretenden
dar caza a la alimaña de la satisfacción.
Zona B:
Para cazar una sola mariposa el genocida se disfraza de entomólogo sin importarle que el intento ponga en riesgo a toda la especie.
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