sábado, 6 de julio de 2024

He dejado que sea él quien abra camino; el lugar no le reconoce y de alguna manera acabará haciéndoselo ver; yo procuro no pisar ninguna de sus huellas y abrir vereda paralela, por si hubiera que recurrir al veredicto del dios municipal y dejar bien claro que el monte es un espacio donde cabe todo menos el orgullo tonto de quien se cree propietario

 




Una vejez hipnótica

nos obliga ahora a replicar la música

de las tablas de multiplicar, no es algoritmo

ni encomienda tramposa a la inteligencia artificial,

los números gotean sumisos como entonces,

cuando un rigor acuoso mecía nuestras mentes

entre la loa y el temor a aquella escuela de sangre apaciguada,

las manos de hoy no tocan el cielo ni acompañan

con su tamborileo el crujir de dientes, era el frío

que la presencia inútil de una estufa de leña hacía gigantesco,

nunca supe cómo llegó el calor ni cómo la memoria

cumplió su cometido y aún es capaz de repetir la lluvia cana

de dientes de león en números convencionales, hechos carne

como si fueran verbo, conjunción, palabra

de un dios rural avejentado.


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