Se ha acomodado en el sillón,
piensa en la muerte, en las olas que llegan a la playa
y mueren con un ligero ruido de algas arrastradas,
dejar de ser, mirarse sin respuesta en el espejo,
olvidar cualquier preocupación y acostumbrarse
a una eternidad sin culpa,
nadie volverá a reprocharle la apatía, el desinterés
o la desgana por las cosas, una esponja escurrida,
la ataraxia alcanzada por la respiración mostrando
una verdad desnuda, sin disfraces, confundida
como un pájaro más entre mil pájaros,
mirar eternamente la pantalla de un televisor
al que no llega la imagen, sólo el regocijo de unos átomos
sin polaridad, que ni se atraen ni se rechazan pero vibran
en la frecuencia hipnótica del sueño.
Zona B:
Produce admiración ver que tras el enésimo bombardeo del ejército israelí sobre Gaza vuelven a producirse víctimas. El aspecto de desolación con que las ruinas se nos muestran sigue escondiendo gérmenes de vida. Israel nunca podrá acabar con Palestina. Habrá de resignarse a vivir en guerra permanente o elegir la paz como mejor opción.
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