Robar no es bueno, se decía,
es como querer asar la carne al sol,
siempre queda un centro de furor, una amenaza
de carne cruda y la obstinada tentación de saborear la sangre,
mejor es compartir, tú la cabeza y tú la cola,
con la parte central, la más sabrosa, se queda el aire,
la fantasmal evocación de una criatura que no se deja ver,
así acabó brotando entre nosotros la flor de la indigencia
y el seráfico amor del espigueo y la mendicidad,
desperdigados por el mundo aunque unidos
en el coro sumiso de la mansedumbre,
no es bueno robar, cantamos, e invocamos del aire
la generosa caridad de esa criatura que no se deja ver
y cuya providencia evita nuestra gula
al devorar él solo la cosecha.
Zona B:
Un misericordioso dios salvó del fuego a sus amigos, (destrucción de la Pentápolis bíblica) pero no le importó que perecieran niños y ancianos en la hecatombe calculada que habría de asolar todo un territorio para beneficio de unos pocos. La historia y la leyenda se repiten.
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