miércoles, 1 de enero de 2025

Para qué el ladrillo, si el simple barro sin cocer, alimentado por la paja como si fuera un animal, puede alzar un propósito hasta las cotas más altas de babel; y para qué tanto empeño en llenar de sargazos ese mar de la lengua original si no consigue que alcancemos el remanso final del entendimiento

 




Hoy, un día inaugural,

con luz arriba y escozor de hielo,

quise salir de caza, algo de esa impertinencia 

que intenta mitigar la ingenuidad de los propósitos 

me ha sugerido que me ponga el disfraz de camuflaje

y suba al monte a ver cómo la vida

convierte en novedad la circular repetición

de novedades anteriores,

la cámara con su mirada equidistante

captará el testimonio: soledades de frío

compartidas por animales invisibles, vuelos de águila, 

sonidos emplumados por el temor o la distancia, 

huellas de pasos en la nieve o simplemente 

un molde de pezuña en el barro reciente 

recordando que aún sigue ahí, sin descifrar, 

la oscuridad de los orígenes.



Zona B:

¿Hasta cuándo hemos de soportar la inhumana presencia de un poder que aniquila de forma sistemática todo aquello que estorba su ambición? No hay mal que cien años dure, se suele decir, pero el sionismo más salvaje ya supera esa cifra centenaria.

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