viernes, 31 de enero de 2025

Había recorrido muchas veces aquel lugar donde la cumbre acababa en un filo de cuchilla; a cada lado el poderoso imán de la mirada invitando a dejarse llevar, lo mismo que una pluma; pensar en ello le hizo más fugaz, con menos peso, como si se diera cuenta de repente de que la muerte siempre vigilaba tras un disfraz de valla protectora, algo a la vez tramposo y atractivo




La luz llega al museo

embrionada de insectos, choca

con el cristal con un sonido de nevisca fatigada

y nos descubre una ciudad en miniatura, los anuncios

de senda luminosa contundentes como machetes de neón,

la soledades de arrabal acribilladas por mil ventanas amarillas,

sonidos de ambulancia dejando un rastro azul en la pared

y perros, muchos perros con su mirada de luciérnaga

asomando a los barrotes de algún furgón municipal,

fijaos sobre todo en las figuras que reducen

al mínimo común el arquetipo humano:

ojos, nariz y boca en una bola gris, tres incisiones indoloras 

que ni sangran ni dejan traslucir las diferencias

que nos hacen distintos de los animales.



Zona B:

Será necesario recurrir a Orwell o Huxley para acuñar un nuevo término que nos permita hablar de Palestina sin incurrir en el delito de usar palabras prohibidas por el todopoderoso Gran Hermano. O inventar un nuevo tiempo verbal que resuma el pasado y el futuro de un pueblo milenario al potencial de la ceniza.


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