miércoles, 8 de enero de 2025

Un último vistazo por la ventana sur; luego ordenó que la tapiaran dejando un rehundido en la pared donde iría colocando las victorias obtenidas en sus razias por el monte; el sur ya no sería más que un mal recuerdo y el norte ya hacía años que lo había dejado de mirar; el cielo apenas en el agua que quedaba inmóvil en las pisadas de las vacas; pero ahí seguían el este y el oeste como una gemela tentación

 




He asistido años atrás

al cosquilleo malva de la buganvilla sobre la áspera pared,

primero fue un zarcillo ciego que buscaba el sol

y confundía el granulado tibio del pavimento de losetas

con el acné de la pared, seguía a las hormigas

que al parecer también buscaban

una tentación erguida para dejarse seducir por el olimpo 

usando la sagrada lentitud de cola de leopardo,

no muy lejos el ojo vertical de la salamanquesa

miraba con fijeza de caimán la laguna del cubo

o el océano azul de la piscina donde se ahogaban los mosquitos,

ahora vuelvo a mirar la simetría

hundida en la maraña de una vejez desaliñada,

evito el término jardín, manera cursi de pronunciar la jungla,

el agua oscura de la pasividad o algún nenúfar

convertido en inmensa rana toro dispuesta a devorar

cualquier forma de vida que quiera prosperar en sus dominios.



Zona B:

¿Puede verse como una mala paz esta ausencia de guerra, o sólo pausa involuntaria atormentada por un hervor de gusanos en el corazón del exterminador? Aunque también pudiera ser miedo a la amenaza de una justicia que poco a poco se le acerca.


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