viernes, 10 de enero de 2025

Llámame, es necesario que me llames, sé o debería decir que lo sospecho, que necesitas comentar, o dar salida, o guarecerte contra la intemperie del silencio; pero no, no me llames, después de ese silencio tan eficaz y prolongado tal vez sea necesario desbrozar los cauces o lubricarlos o sajarlos con el escalpelo que ni conoce ni es amigo de fementidas complacencias

 




Volar así

como los cuervos en la nieve,

fulgor puro de antracita

sobre el candor de la mañana de invierno ciego,

dentro, en la habitación, late la fiebre,

sueña con la orfandad del otro lado,

alguien con voz de madre te reclama,

duele el minúsculo espacio entre el acá y allá,

pero hay un vaso de agua sobre el dolor de la mesilla,

si pudiera llegar a él, si esta mano quisiera 

trasmitirle al brazo voluntad, no una orden taxativa,

un simple ruego, por favor que llueva,

que hasta aquí llegue el chaparrón de luz dorada

con que las tardes del verano

hunden sus manos en el mar.



Zona B:

También yo vivo esa impaciencia, que no es lo mismo que esperanza.

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