Veo mi imagen reflejada
en las lunas de la terminal del aeropuerto,
tiene la mano levantada,
pero no está saludando ni diciendo adiós,
tampoco solicita una limosna en el idioma universal
de los privados del derecho a usar su propia lengua,
podría interpretarse como el gesto
de quien mira la esfera del reloj
buscando el corazón numérico del tiempo,
pero yo no uso reloj ni espero que aparezca en el panel
el anuncio de mi imposible vuelo,
sólo he venido aquí a mirar a la gente,
la ilusión en los ojos de quien va a salir
y la decepción en los de aquellos que acaban de llegar.
Zona B:
Ha surgido un acuerdo de silencio en los medios, como si no importaran ya las muertes que continúan goteando de la inmensa herida abierta en Palestina. Sea bienvenida la esperanza, pero no permitamos que francotiradores emboscados en intereses miserables la acaben derribando.
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