domingo, 19 de febrero de 2023

Ni setas, ni moras, ni siquiera huellas, busco el lugar donde los conceptos luminosos pueden acomodarse para pasar la noche

 



Salgo al campo a buscar algo distinto,

no me mueve la pulsión taxonómica ni la ansiedad irrefrenable

                                                    del coleccionista de fracasos,

el camino se alarga bajo el palio perforado de los árboles,

llegan hasta mí las diagonales de la luz, oblicuas voces de los dioses

que no consigo interpretar, dejándome en un estado

                                                         de aplicada dispersión,

veo al insecto con la flor, escucho voces impares y pregunto

dónde está la lumbre, el brillo cálido del bronce

que desprenden las hojas en otoño y la respuesta llega

como autónomos dientes de león, luminosos pero ingrávidos,

incapaces de reconocer entre la hierba

a la que pudo ser su madre.


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