Todos los días el petirrojo aparecía entre las ramas del laurel
lanzando un ptic casi ultrasónico
a la vez que exhibía esa confianza escéptica de quienes no saben
a quién han de temer,
nunca le di comida, él la buscaba en paralelo a las miguitas
que le echaba a los gorriones,
una mañana el azafrán tostado de su pecho apareció caído
sobre las hierba del jardín
y su diseño de flor inquieta se secaba entre un montón de hormigas.
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