La biografía del amor se escribe con rasguños,
por cada flor, por cada pétalo se ha de pagar un precio
de dolor a la espina,
somos memoria reposada, ya dejamos atrás
el cloroformo de la juventud
y ahora nos protegemos del ataque con miradas
que recuerdan la piel estremecida,
queda poco de aquellos devaneos
a los que la sangre daba un toque de color
para que no quedaran dudas sobre el sentido de la apuesta
y si quedaba alguna se sumaba como un soldado más
a la fuerza de ataque,
ahora somos
memoria revisada y cada primavera vemos menos flores
o creemos
que no vale la pena ir a cortarlas
para colmar historias de jarrón.
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