Lo torvo es eso que supuran
las cicatrices de otro tiempo, no remonta en burbujas
como el espumoso ni se presta
a festival o a agitaciones, corre
con lentitud de plomo y abre
sólo el infierno de la llaga, aquello
que no ha sido bautizado ni siquiera
por la medicina conceptual,
acaso porque sus humores
son menudas esquirlas de metal
que envenenan el aire al alojarse
como avecillas pobres
en el nido fluvial de los pulmones.
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