Si llegas forastero a Primosauro
al cruzar el arroyo tuerce hacia la izquierda,
nunca allí brilló la ganga ni las bateas resonaron
con el gañido del metal, se abrió el abismo
y en la mina apareció fuego amarillo,
dijeron que el dolor dobló a Perséfone
que buscaba una puerta para llegar al sol profundo
y aún anda doblaba mirando abajo entre la arena
las pepitas negras que escupieron los comedores de sandía.
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