Siempre mirando la prisión,
el argumento carcelario que usa la palabra
para encerrar sin merma ni peligro
a la alimaña exótica,
ponemos lazos, diseñamos trampas
de proceder nocturno, recurrimos
al mortal reclamo del amor,
y al final paseamos con presunción la pieza
que se ha dejado capturar
para que sigamos ignorando
que somos nosotros los cazados.
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