el páramo y el miedo; cómo llegar
Fuimos de excursión a los jardines de Ezra Pound,
llevábamos canastas para flores hechas con las flexibles tiras
de castaños jóvenes desollados en la ordalía de la reflexión,
cómo sudábamos subiendo los repechos artificiales
desde los que un día el gran profeta pronunciara
sus musicales cantos fascistoides, de una hermosura semejante
al brillo yugular de una catana,
pusimos el vino a refrescar en el arroyo de agua conducida
y escuchamos con desgana el soliloquio
del auriga electrónico que nos entregaron a la entrada,
no ha pasado mucho tiempo y ya ha crecido el pasto de la locura,
cosecharemos una cebada desnutrida que apenas servirá
para elaborar una cerveza artesanal
con la que brindar por la próxima derrota.
No hay comentarios:
Publicar un comentario